No sé si esto es posible o no, me refiero a si se pueden tener varias zonas de confort. Lo que quiero decir con el título de este artículo es que, en mi caso, he tenido la oportunidad de salir y entrar varias veces a mi zona de confort. Al final te das cuenta de que puedes estar en todas ellas, con mayor o menor esfuerzo, pero puedes equilibrarlas.
Me estoy refiriendo a los cambios de país que he vivido que, aunque no han sido muchos, cuatro en total, me han hecho tener la sensación de dejar todo lo conocido, lo aprendido. Para pasar a una nueva zona que tenía que empezar a descubrir de cero, sin experiencia previa, con una agenda de contactos vacía, y con una cultura, gastronomía, vocabulario, personas, horarios tan diferentes a la anterior que, desde luego, o tienes mente abierta, o sino, no es posible seguir adelante.
Salir de tu zona de confort y adaptarte, disfrutar, y que la nueva zona de confort se convierta de nuevo en lo conocido, en lo que te hace sentir cómodo, y que te haga replantearte si debes buscar una nueva zona es cuanto menos interesante. Dependiendo de la etapa de tu vida en la que te encuentres, te apetecerá continuar en tu nueva zona de confort o querrás volver a sentir la adrenalina, los nervios por volver a descubrir algo nuevo, distinto, diferente…
Salir de tu zona de confort en el plano profesional
Pero, y en el plano profesional, ¿es bueno salir de tu zona de confort? Salir de ella va a implicar renuncias, a lo aprendido, a lo que dominamos, a lo que hacemos rápido y bien, pero por otro lado va a suponer crecimiento, ampliar nuestro conocimiento, estresarnos ligeramente; pero nos mantendrá frescos, actualizados, con la mente abierta para afrontar nuevos retos, desafíos y proyectos.
Según el psicólogo Bertrand Regader, “salir de tu zona de confort laboral supone cuestionar los resortes habituales que nos limitan a realizar tareas rutinarias. Además, sirve para pensar más allá de lo obvio, aportando creatividad e innovación a nuestro día a día laboral.”
Quizás sea el momento de pararse y reflexionar, pensar si estás en el puesto que quieres estar, haciendo aquello que te gusta, con lo que se te ilumina la cara, y teniendo metas y retos por conseguir, pero, sobre todo, para mi lo más importante es si te sientes feliz desempeñando el trabajo que haces cada día.
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