Cuantas veces nos hemos vuelto a casa pensando que no debimos hacer o decir tal cosa a un compañero de trabajo, algún amigo o familiar. Todos, en algún momento, hemos sentido que no hemos dicho lo que debíamos o no hemos actuado correctamente, que deberíamos haber controlado nuestras emociones de mejor manera, pero ¿sabemos como hacerlo?
Sin duda hacerlo es muy ventajoso. Nos ayudará a gestionar mejor los problemas cotidianos y encontrarles una solución efectiva, manejando nuestros sentimientos y emociones de manera óptima. Provocará que potenciemos nuestra autoestima, sintiendo orgullo y sensación de éxito en lo que hacemos. También nos ayudará a controlar mejor las situaciones, y esto hará que nos sintamos más seguros de nosotros mismos. Nos permitirá tener mejores relaciones interpersonales, y todo ello provocará una mejora de nuestro rendimiento profesional, y un bienestar en nuestra vida personal.
Pero la pregunta del millón es: ¿Cómo puedo obtener todos esos beneficios? La respuesta la tiene la Dra. Flores-Carretero, psicóloga, que nos anima a:
- Pensar el problema desde diversos puntos de vista, y no dejarnos llevar por nuestras emociones cuando creemos que solo nuestro parecer es el correcto. Para ello es útil pensar el problema desde el punto de vista de la otra persona, eso nos ayudará a ser más empáticos y comprensivos.
- Conversar con un amigo sobre el tema concreto. La visión de otra persona que nos escucha nos permite mirar las cosas desde otra perspectiva, y aliviar la tensión.
- Escribir o redactar nuestras emociones nos ayuda a descargar lo que sentimos y nos alivia.
- Tener visualizaciones positivas, utilizando tu imaginación y pensando en es escenario que te genera conflicto. Visualízate haciendo las cosas de manera distinta, siendo asertivo, y actuando con seguridad y entereza.
Las emociones nos hacen humanos, y como tal, tenemos que aceptar nuestras emociones y las de los demás, sin juzgar. Esto me lleva a pensar en cuantos líderes hoy en día, con los que he tenido la oportunidad de trabajar, tienen esta asignatura pendiente, según sus propias palabras. Para ellos es un reto por lograr, un área de mejora porque necesitan controlar sus emociones, ya que éstas ejercen una gran influencia en su toma de decisiones. Sienten que sus colaboradores o pares no tienen una buena imagen de ellos, debido a su manera de reaccionar y, sobre todo, no les
sienten cercanos. Les acusan de no ser empáticos, y son conscientes de que no existe la confianza necesaria para crear vínculos sanos y productivos dentro del equipo.
Sin duda, la clave está en aprender a manejar y gestionar las emociones propias y esto significa que un buen líder, ante situaciones adversas, no se dejará llevar por impulsos, sino que reflexionará sobre las razones de lo sucedido, explicará las consecuencias de ello, presentará un análisis del problema en cuestión, y la solución o soluciones mas idóneas.
El secreto no está en controlar nuestras emociones, sino en gestionarlas y enfocarlas a nuestra forma de liderazgo. Un líder consciente conoce sus emociones, el poder que tienen, y hacen que trabajen a su favor, en su propio interés y el de su equipo.
Observa, reflexiona y soluciona, no reacciones.
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