Ya tenemos aquí los juegos de Rio. Hace unos días podíamos ver a miles de atletas entrar al mítico estadio de Maracaná, convertido para la ocasión en Estadio Olímpico.
Todas estas personas han pasado meses, años, entrenando y compitiendo para estar al máximo nivel, para jugársela en la hora de la verdad. A pocos entrenadores se las pasaría por la cabeza poner a un jugador en el campo o lanzar a un nadador a la piscina, que no hubiese tenido el entrenamiento previo necesario, que simplemente no tuviese las habilidades para desempeñar su tarea. Nadie, ningún responsable de equipo, dejaría en manos de gente sin la capacitación necesaria el futuro del encuentro. Nadie esperaría obtener buenos resultados con personas que no están bien entrenadas. Y claro, eso requiere tiempo, esfuerzo y recursos económicos.
En el deporte hay competencias técnicas que mejorar, hay preparación física que hacer, y hay trabajo en equipo que implementar. Cada día. En el deporte se entrena para competir, se estudian todas las posibilidades y se preparan las alternativas, se interiorizan movimientos defensivos y ofensivos, todo ello dedicando tiempo.
La diferencia entre entrenar o no determina el éxito.
Y, ¿en las empresas?
Bueno, en las empresas es distinto. ¿Distinto? ¿Por qué?¿No competimos con otras organizaciones por los clientes? ¿No somos acaso empresas luchando en los mismos mercados que otras? ¿No reivindicamos a menudo el concepto de trabajo en equipo para ello? ¿No tenemos que mejorar los resultados o, en ocasiones, batir récords? ¿No luchamos cada día por ser mejores? ¿No diseñamos estrategias para que nuestros equipos logren mejores resultados? ¿No le pedimos a las personas que sean mejores, que busquen esa milla extra? ¿No necesitamos la mejora permanente?
Y, ¿por qué apenas dedicamos tiempo y dinero para que nuestra gente entrene?
Hace años que me hago esta pregunta. Se nos llena la boca hablando de equipos de alto rendimiento, de mejora permanente, y cuando las cosas van medio mal eliminamos la inversión -yo me resisto a llamarlo coste- en formación. Escatimamos en horas, número de personas para capacitar, y en ocasiones los hacemos que aprendan en el alambre, como hicieron con nosotros. Puro ensayo y error en plena competición. ¿Cómo van a mejorar entonces? ¿Cómo vamos a conseguir resultados excelentes si no les brindamos tiempo y recursos para entrenar? Y lo peor, ¿cuánto nos cuestan los errores que se cometen por falta de entrenamiento? Nos ahorramos inversión que podría ser preventiva, y pagamos inmensas cantidades en despidos, costo social de renuncias, profesionales buenos que abandonan por no haberles prestado la atención debida mientras pudimos hacerlo, por no haberles ayudado a desarrollarse.
Piense en ello.
1.- Trabaje con su equipo en entender en qué pueden y deben ser mejores.
2.- Busque a buenos especialistas y permita a su gente pasar por programas de entrenamiento con ellos.
3.- Vigile sus marcas, sus resultados y posibles desviaciones, y ayúdeles a volver a la senda del éxito cuando lo necesiten con más entrenamiento.
Sólo así conseguirá que, cuando llegue la hora de la verdad, su gente esté verdaderamente preparada y obtengan los resultados esperados.
Buena semana!!!
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