Hasta aquí todos estamos de acuerdo. ¿Quién no ha tenido alguna vez un jefe en quien haya confiado? ¿Hemos pensado de ella o de él que es un buen líder? Seguro que sí. Casi nadie discute eso. Los buenos líderes hacen que las personas confíen en ellos.
Hace unos meses, mi buena amiga y compañera de certificación de Coaching, Virginia Prieto, me regaló lo que considero la mejor definición de liderazgo que conozco:
«Un líder excelente es el que consigue que las personas confíen en sí mismas».
No me digáis que no es para enmarcar…
Conseguir que alguien tenga confianza en sí misma, es lo mejor que podemos hacer los gestores de personas para el desarrollo de éstas, tanto en la faceta profesional como en el resto de ellas. Y lo mejor es que es un concepto de liderazgo universal, que vale tanto para un padre, como para un entrenador, como para el presidente de una multinacional o el dueño de una pyme. Permitir a las personas confiar en nosotros mismos.
¡Te vas a caer!, ¡Te equivocas!, ¡No lo hagas así!, ¡No botes, pásala, que la vas a perder!, ¡Te la estás jugando!… Cuando recordamos expresiones de este tipo que hemos ido almacenando en nuestro disco duro, es difícil que las pongamos en la boca de alguien que haya sido un verdadero líder para nosotros.
«Dime en que te puedo ayudar», «valora bien los pros y contras de esa decisión», «elige la mejor alternativa», «sabes que estoy aquí para lo que necesites»,… son, sin embargo, frases que hemos oído y que nos han ayudado a tomar decisiones, a equivocarnos y a crecer como sujetos. Y reconocemos a las personas que nos lo decían como personas que nos apoyaron, que estuvieron ahí, que nos enseñaron. Para mí un líder es eso.
Gracias, Virginia, y mucha suerte con tu proyecto: Sabes que estoy aquí para lo que necesites…
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