“Trabajo hay mucho. Lo que no hay es empleo. Y el mundo ha cambiado. Hay que pensar cómo obtener ingresos por mis servicios, bien por cuenta ajena o por cuenta propia”.
De este modo analizaba hace unos días Alfonso Alcántara, a quien sigo hace mucho tiempo, la situación en la que se encuentra en este momento la sociedad, en esta entrevista en ABC.
No puedo estar más de acuerdo con su apreciación. Para mí, el concepto del salario, tal y como lo conocemos, ha muerto. Cada vez se va a pagar más por los servicios prestados y no la “iguala mensual” a la que estábamos acostumbrados. Entre otras cosas, porque es injusta, ya que suele castigar a quien mejor lo hace, para premiar al que menos valor aporta, pagándoles lo mismo. Todos hemos visto casos de «injusticia salarial” que el modelo al que caminamos fulmina.
Hace unos años viví una de las experiencias más enriquecedoras en este sentido. La oficina donde trabajaba se inundó y vinieron dos pintores cuando aquello estuvo seco. Uno de ellos, cuando dieron las seis de la tarde dejó la brocha, se bajó de la escalera, y nos dejó aquello empantanado apelando a sus derechos, convenios, y no sé que más paparruchas. El otro se quedó a terminar la tarea y ambos salimos de allí a eso de las once de la noche. No hablaba bien español, por lo que me dejó grabadas estas palabras que desde entonces no he olvidado: “Yo no puedo ir. Si hago trabajo bien, de calidad, usted va a gustar. Entonces jefe volverá a llamar a mi”. Al día siguiente pudimos atender a nuestros clientes gracias a la profesionalidad de aquella persona de la que tanto aprendí. ¿A quién de los dos contrataría usted? ¿Quién tendrá menos problemas en el momento actual?
Y es que para dar el cambio y pasar de una nómina a trabajar para uno mismo hace falta que se den tres elementos: saber hacer algo (todo el mundo sabe hacer algo), ser bueno en ello (aquí empiezan los problemas), y saber entregarlo al resto. Es en la última parte en donde yo creo que está la mayor dificultad. Tenemos muchas personas bloqueadas en este momento porque no saben poner en valor lo que hacen. No se atreven a encontrar una salida que no sea que otro empleador les de una nueva oportunidad. Hay muchas personas que “vendieron” sus servicios en una entrevista de trabajo hace veinte años y han dejado de hacerlo durante este tiempo, están desentrenados. No es fácil ponerse de nuevo en el mercado. Da mucho vértigo. Pero hay que salir de esa zona de confort. Trabajar para uno implica poder tener varios “pagadores”, y eso minimiza el riesgo de la nómina. Mucha gente ha pensado por generaciones que un trabajo fijo garantizaba el sustento. Y hoy ya no estamos en eso. No hay trabajo fijo. Sólo cantidad que lo resuelve.
Hace unos días escribía estas notas en uno de los debates que el último post generó en el grupo del Global Alumni del IESE en linkedin:
«En el mundo moderno quizá hemos perdido de vista los oficios antiguos, porque los procesos industriales les han hecho pasar a la historia. Sin embargo, hay muchas profesiones que absorbieron las empresas, que hoy se pueden desempeñar por su cuenta ¿Cuantos licenciados en derecho no han ejercido nunca como abogados? ¿Cuántos podrían ofrecer sus servicios a pymes recién abiertas, con poco coste o a cambio de otros servicios que necesita? ¿Cuántos economistas han salido este año de las empresas? ¿Cuántos de ellos se han ofrecido a emprendedores a hacerles la parte financiera de los business plan que han de presentar a bancos o inversores? ¿Cuantos periodistas van a salir de empresas editoras, periódicos, etc…? ¿Cuántos de ellos pueden estar prestando sus servicios como outsourcing en temas de comunicación en empresas pequeñas con costes competitivos? Son sólo ejemplos como muy evidentes, pero hay miles de oportunidades que se nos escapan hoy por no estar entrenados, por no ser capaces de darnos cuenta de la que la cosa ha cambiado, y que ya nada volverá a ser igual. Lo siento, pero es así. Y cuanto antes nos demos cuenta, cuanto antes despertemos del letargo en que este shock nos ha metido, antes nos pondremos a caminar, porque hay una cosa cierta: caminar hay que caminar. Lo contrario es la muerte. Y uno puede caminar voluntariamente, o arrastrado por las circunstancias. Esa es la decisión de cada uno».
Es momento de salir de la zona de confort, aunque sea de tan «poco confort» como haber perdido el empleo. Os dejo esta semana con un vídeo de esos virales que está recorriendo la red, y que espero que pueda ser inspirador para muchas personas que hoy necesitan, más que nunca, atreverse a soñar.
Buena semana!!!!
Interacciones con los lectores