Hace unos años tuve la oportunidad de compartir en el IESE unos minutos con Howard Schultz, el que fuera CEO de Starbucks. Yo había tenido la oportunidad de trabajar el caso Starbucks, que tan brillantemente se había redactado en Harvard, como participante en un programa, y luego como profesor en otros. Cuando conocí a Schultz me impresionó muy gratamente la sencillez con la que explicaba el concepto del “tercer espacio”. Uno no paga 5 dólares por un café que no vale ni 10 centavos si no es por la “experiencia” de tener ese tercer espacio que no es la oficina, que no es tu casa.
¿Cuánto vale ese espacio de tiempo en el que no tienes interrupciones, en el que tú gestionas tus prioridades y decides enteramente lo que hacer con él? Una encuesta que leí hace años decía que los directivos, cuando tenían algo verdaderamente importante que hacer, lo hacían en cafeterías, trenes, salas de espera de aeropuertos, o vuelos. Hoy estoy escribiendo esto en un vuelo desde Cancún a Atlanta, con un buen café, como no podía ser de otro modo.
La soledad del directivo
Y es que los directivos a menudo necesitan desconectar de la tiranía del despacho para encontrar inspiración en otros lugares. Tomar decisiones no es sencillo, y tomar decisiones complicadas, menos. Cuando alguien ha experimentado lo que se ha dado en llamar “la soledad del directivo” sabe de lo que hablo. ¿A quién le cuentas tus dudas? ¿Con quién compartes tus temores? ¿Con quién doblechequear alternativas que no quieres que trasciendan? Cuando el directivo mira a su alrededor no tiene a nadie.
No puede o no quiere usar su entorno familiar porque a lo peor ya están cansados, y además tampoco le pueden ayudar más que en el plano anímico, pero no conocen los detalles de los negocios, las aristas del problema y las consecuencias de las distintas decisiones posibles. No puede usar a sus jefes, con quienes no tienen ningún motivo para externarles dudas o incertidumbres. No puede hacerlo con pares porque no muchos entenderían verle dudar, o cambiar de criterio, o lo que sea que el día de mañana le pueda perjudicar. Y mucho menos con su equipo. Hay que tener una madurez especial para decirle al equipo: estoy hecho un lío, no sé que hacer y necesito que me ayudéis. No todo el mundo la tiene, o sencillamente quiere hacerlo.
¿A quién acudir?
Un coach ejecutivo, alguien que de verdad se ponga a tu lado, abrace tu reto y te acompañe en el camino para conseguirlo, sin recetas, sin falsas soluciones, sin palabrería chusca, sin baratas fórmulas, sin decirte lo que tienes que hacer, sino que te provoque a través de preguntas poderosas para provocar las mejores respuestas, que las tienes tú, es lo que nos gusta proponer a los directivos en estos casos.
Después de trabajar a lo largo de 9 años con directivos de distintos países, formación y responsabilidades, hemos podido ayudar con nuestro equipo de Coaches Ejecutivos a que los directivos tengan ese espacio seguro, de confianza, en el que pelotear ideas, buscar alternativas, encontrar soluciones diferentes, trabajar sus áreas de mejora, etc…
Copio algunos de los testimonios recibidos que, no llevando el nombre de quien los hizo, y cumpliendo así con el pacto explícito de confidencialidad de dpersonas con ellos, me permito compartirlos a modo de resultados que se pueden esperar de las sesiones:
- El profesionalismo de XXXXXXXXX no puede describirse con suficientes palabras. Genera una empatía enorme y permite que todo fluya de manera orgánica manteniendo el proceso
- Me sirvieron mucho las sesiones, me ayudaron a integrar la parte humana a mi vida profesional.
- Me encantó. Me quedé con ganas de más ;). Considero las sesiones adecuadas para mi situación. Lo ideal sería en un año volver a tener un número similar para ir tomando conceptos nuevos y aplicarlos. Gracias
- Me ayudó a poner mis retos por escrito y trabajar en ellos.
- Realmente me ha hecho un mejor directivo
- Porque te ayuda poner las cosas en perspectiva, a tomarte un momento para ti, ponerte metas y cumplirlas.
- No hay palabras que pueda emitir para agradecer el apoyo de XXXXXXXXXXX en este proceso. La convergencia de múltiples circunstancias personales y laborales hacían de su trabajo conmigo un reto importante además que mi personalidad no es muy fácil de llevar y sin embargo ella encontró una manera muy natural de “abrir el ostión” y ayudarme en cada aspecto y sesión.
- Gracias al Coaching Directivo desarrollé habilidades que me han ayudado a mejorar personal y profesionalmente como Comunicación, Negociación, Manejo de conflictos, Balance entre la vida profesional y personal.
- Me ha ayudado a ser consciente e identificar claramente la realidad de las oportunidades de mejora, haciendo y planteando acciones concretas tangibles para llevar a cabo.
Estamos a tu disposición en info@dpersonas.com si quieres que hablemos sobre ello.
Buena semana!!!!!
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