Un año, una experiencia impagable

Un año, trescientos sesenta y cinco días, puede ser un periodo muy largo o muy corto, en función de lo que hagas con ellos. Ahora hace un año que me desvinculé de la empresa en la que trabajé los anteriores últimos veinte. Ahora hace un año que fundé una modesta compañía, con inequívoca vocación de crecer, llamada dpersonas. Por estas fechas, el año pasado estaba tomando la copa de Navidad con los colegas del claustro de profesores de La Salle. En el cuaderno que nos dieron como regalo navideño, están escritas las bases de lo que hoy ya es una realidad. Hoy dpersonas tiene entidad propia, tiene una base aún pequeña, pero muy sólida, de buenos clientes, de personas que han creído en nosotros, de gentes que han confiado en nuestro oficio, que nos han dado una oportunidad de demostrar lo que sabemos hacer, y a quienes les debemos gratitud inmensa. 



Ha sido un año de aprendizaje continuo, un año de convertir algunos contactos en muy buenos amigos. También de comprobar como algunos de los que pensamos que iban a ser incondicionales, no lo han sido tanto. Un año intenso en emociones, en experiencias, en dudas, en esfuerzos, en imaginación, en creatividad, en gestionar expectativas e incertidumbres, en manejar con equilibrio y acierto las oportunidades… Cuando lo pienso, el año anterior lo pasé trabajando en un proyecto estratégico para la empresa para la que trabajaba. A juicio de una de las personas que me lo encomendó, se trataba del proyecto más importante de los que había tenido la entidad en la historia reciente. El propio presidente me había felicitado por escrito unos días después de entregar con éxito el proyecto. Y si lo pienso, el anterior también había sido un año intenso, y el anterior también… Cuando uno vive cada una de las cosas que hace con intensidad, cuando uno afronta cada reto como una oportunidad única de conocer algo que antes no sabía, la vida se hace más fácil y más divertida, por muchos momentos amargos y duros que también podamos tener.


Escribo esto volviendo en el AVE desde Valencia, después de haber participado en esta excelente iniciativa que han organizado David Llopis y Juan Fernando Bou con la colaboración de Florida Universitaria. David y yo comenzamos a hablar de este proyecto en la primavera. Ya en el verano, con la luz del mediterráneo de Dénia de fondo, volvimos a avanzar, y hoy, casi nueve meses más tarde de cuando ellos lo concibieron, ha visto la luz. Los procesos son lentos, pero con constancia, con trabajo, con ilusión y ganas, todo sale adelante. Guillermo Rius, uno de los pilares de mis amigos de Sendera, tiene estos días puesto en su perfil de Skype: “Hummmm…. Lo que venimos sembrando desde hace tiempo va dando sus frutos…”.  Y no puede ser más cierto. Con ellos he compartido muchos proyectos este año. A ellos les debo mucho conocimiento, mucho afecto, muchos «cafés emocionales» y muchas risas.. Pero no sólo basta con poner la semilla. Para que las cosas pasen, para que la buena suerte se aproxime, hay que buscar un terreno óptimo, pero también hay que abonarlo, hay que regarlo, tal y como dicen Alex Rovira y Fernando Trías de Bes en el libro que lleva tal nombre.


velerodpersonasdpersonas nació con vocación de embarcación de recreo, nació con vocación de ser un velero divertido, en el que poder hacer buena la frase de George William Ward que nos ha inspirado en la travesía: 

“El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie, y el realista ajusta las velas”

Ser pequeño y ser libre permite, sin perder el rumbo, tomar los caminos que en cada momento uno considera que son los mejores. Nuestro segundo año podrá ser una cosa y su contraria. Nuestro segundo año es una hoja blanco por escribir del cuaderno de bitácora que registrará nuestra travesía. El rumbo está fijado. La meta está definida, pero el camino que sigamos para llegar a ella lo iremos trazando en función de las lunas, las mareas y los vientos. No se trata de dejarnos llevar, porque esa es la mejor garantía de acabar a la deriva quedando a merced de las circunstancias, sino de aprovechar las oportunidades que se presenten para conseguir nuestros objetivos vitales. El escritor francés André Gidé dijo aquello de: 

“No se descubren tierras nuevas sin estar dispuesto primero a perder de vista, y durante un tiempo, toda orilla”. 

Hace algunos días, el ya ex alcalde de Madrid y ministro de justicia de España, Alberto Ruiz-Gallardón, felicitaba las navidades con este texto del filósofo Ortega y Gasset: «El hombre ha sido siempre así: ha sido una cosa y luego otra, se ha embarcado en un ideal, lo ha agotado y, por haberlo agotado y en virtud de la experiencia que esto le proporcionaba, ha ensayado otro. Las formas más dispares del ser han pasado por el hombre; pues el hombre es pasar, es irle pasando cosa tras cosa».

Me encantó la cita. Me parece que la vida es un libro en blanco que vamos escribiendo hora tras hora, día tras dia, mes tras mes… Pero es cuando llegan las fechas señaladas, cuando llegan los cambios de año, por ejemplo, cuando aprovechamos para hacer un repaso e intentar vislumbrar siquiera lo que será el siguiente. Yo hoy no tengo ni idea de lo que haré dentro de un mes, ni donde estaré, ni que mares navegaré, pero sí que tengo claro que haga lo que haga lo haré con la mejor de mis intenciones, con el mejor empeño, y con el deseo de aprender cada día cientos de nuevas cosas que hoy no sé.

Y sé que en este viaje tampoco voy a estar sólo. Igual que mi hijo mayor me ayuda en un montón de cosas ya, el pequeño también me regala su cariño, y mi mujer su incondicional apoyo y soporte, y mis amigos buenas ideas y afecto, y la familia el calor sin contrapartidas, y la vida…, la vida me da la energía y la fuerza para caminar cada día con ganas renovadas, con una sonrisa, y mirando siempre hacia delante.


¡¡¡¡¡Feliz año nuevo!!!!!!

Más para leer

Interacciones con los lectores

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *