Las cosas no están bien. No es un secreto. Hoy leía que el año que viene no va a ser mejor, sino más bien bastante peor.
Todos recibimos hoy correos, contactos por linkedin, de personas que han dejado su empleo forzosamente o diez minutos antes de que fuese así. Hoy mismo he hablado con una persona que me contaba que en dos meses han perdido su mujer y él sendos buenos empleos en banca, de esos que te decían las madres de antes que eran “para toda la vida”. Y la gente se queda noqueada, normal. No por esperado, cuando llega el momento, se recibe mejor. Hoy, mucha gente trabaja en empleos en los que está esperando recibir una llamada de un momento a otro que le comunique su cese, su baja, su renuncia, su cancelación. Da igual como lo llamemos: Uno pierde “su” empleo. Para mí el drama no es ese, siendo duro y difícil como es, sino que hay personas que al quitarle el trabajo es como si le arrancaran un brazo, como si le quitaran algo que nunca fue suyo, pero que creyó que sí. Andrés Pérez Ortega de quien he circulado estos días por las redes sociales un magnífico post que enlazo también aquí, suele decir que el término “empleado” es “usado”. Y señores, así es. Cuando a uno le “emplean”, lo que van a hacer es “usarle”, sacarle el máximo partido, y cuando no sirva, o las condiciones no se den, lo alejaran de la empresa, lo apartarán como hacemos con los juguetes que ya no nos gustan, no nos sirven o de los que nos aburrimos cuando somos pequeños. A los empleados nos usan y nos tiran cuando no servimos. Eso es estar “empleado”. Así de crudo. Ya puede decir en la misión de la empresa que las personas somos lo más importante. No es verdad.
Cuando llega el momento de la salida forzosa, lo único que puede hacer uno es empezar a gestionarlo cuanto antes. Hay cosas que no se pueden cambiar, que son irreversibles. Es como cuando en basket te pitan una quinta falta que nunca hiciste, o cuando en fútbol te sacan una tarjeta roja que no mereces. Da igual. No tiene vuelta atrás.
Hay todo un proceso que pasar para poderlo superar:
• Primero, tomar conciencia de que fuiste sólo un número, una cifra, un instrumento al servicio de una corporación, un “empleado usado”, mientras les fuiste útil. La salida no es “injusta», es sólo una variable, una regla del juego que se ha activado. Pero, les diste… y te dieron. Ellos no son malos malotes, ni tú tienes la culpa de nada.
• ¿El siguiente paso? Gestionar el duelo, gestionar el dolor de la pérdida, gestionar el desengaño producido. Sé que no es fácil. Unos meses antes de salir de una empresa en la que trabajé veinte años, había escrito un libro sobre todo esto: “La Puerta Abierta”.
• ¿El tercer paso? Poner en valor lo que uno sabe hacer. Señores, ustedes no son parados, son profesionales que trabajaron durante años para un solo cliente que les pagó cada mes, y que ha decidido no pagar más por sus servicios. Y si eso pasa, ¿qué se puede hacer? Pues sencillo, encontrar nuevos clientes, uno o varios, aquellos que valoren lo que sé hacer y me pague por ello. ¿Les van a contratar antes diciendo que son parados? Pues dejen de decirlo.
¿Que tengo miedo a vender mis servicios? Pues aprendo.
¿Que no sé cómo puedo hacerlo? Pues pregunto
¿Que no se lo que se hacer bien? Bueno, ahí tienes un problema. Igual en este post puedes encontrar algunas pistas.
Trabajar por tu cuenta, convertirte en un profesional de lo tuyo no es una mala opción. Está en nuestra naturaleza. Ese es el estado natural del ser humano. La certeza del salario, la pensión, el subsidio, son conceptos muy modernos. ¿200 años?, ¿300? Nada, comparado con los dos millones de años que tiene el ser humano en la tierra. Mi reflexión es que si hemos permanecido 2 MM de años buscándonos el sustento casi a diario como especie, estamos preparados para seguir haciéndolo. Lo que ocurre es que parte de la raza humana que sobrevivimos, la de los países industrializados, hemos crecido pensando que sin un salario, sin un sueldo, sin un trabajo, no éramos nada. ¿Es fácil? No. ¿Hay que trabajar? Mucho. Empecé a escribir este post ayer por la tarde en un avión volando a Panamá. Hoy y mañana lo pasaré en Bogotá dictando clases para EDIME, la escuela de mandos medios de la prestigiosa Universidad de la Sabana, y el sábado estaré de nuevo en Santo Domingo. Pero merece la pena. La vida, a veces, te da oportunidades de hacer cosas que ni imaginabas en el estadio anterior.
Y prueba de que todo cambia, la podemos encontrar en el propio Superman, que también ha decidido ponerse por su cuenta. La “noticia” recoge que Superman “deja el diario en el que lleva trabajando toda la vida -concretamente desde 1940- para conservar su independencia como periodista”. Y continúa: “Superman es posiblemente la persona más poderosa del planeta, pero ¿cuánto tiempo puede estar sentado en su escritorio con alguien respirando en su nuca que le trata como la persona menos importante en el mundo?».
A veces, hasta el que creemos que se ha portado como un cerdo o lo es, puede estar salvándote la vida 🙂
Y si no lo crees, mira este video.
Y si no lo crees, mira este video.
Buena semana!
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