Acabo de pasar unos días en The Prison, una formidable experiencia impulsada por la empresa de eventos de Tarragona Dreams and Adventures.
La prisión, la privación de libertad, es un concepto que nos asusta desde pequeños. Si haces las cosas mal vas a la cárcel, si cometes un delito también. Por eso, “en la cárcel no puedes encontrar nada bueno”, dice un dicho popular. He de deciros que en esta particular “cárcel” que es The Prison, he encontrado un montón de cosas buenas. Para empezar, a un equipo de personas involucradas en que los dos “valientes” que se atrevieron a vivir la experiencia de privarse de libertad durante una semana, encontrasen allí algo que les compensara tal magno esfuerzo. Bravo por la organización. En segundo lugar, aunque no menos importante, los verdaderos protagonistas: Judith y Joan, dos formidables personas que decidieron por diversos motivos “desenchufarse” del día a día y vivir esta singular experiencia. El lugar increíble. Una masía reconvertida en prisión en la provincia de Tarragona. Para contaros donde se encuentra, me tendríais que matar ☺ En medio de la naturaleza, con unas vistas envidiables y con un oxígeno puro y un silencio muy propicios para la reflexión y la conversación profunda. Sin prisas, sin móviles, sin TV, sin interferencias, sin Internet, sin visitas… The Prison ha resultado ser un excelente lugar para meditar acerca de lo que cada uno quiera. ¿Las motivaciones posibles? Diversas. Dejar de fumar, aprender a buscar, no un trabajo, sino el trabajo de tu vida, reflexionar sobre la nueva orientación que quieres dar a tu caminar por este mundo, conocer gente, vivir la experiencia, pensar en nuevos proyectos, escribir tus memorias, acabar un libro, pintar cuadros… Todo cabe en The Prison. Todo cuanto requiera alejarte del mundanal ruido y tener tiempo para ti y para conocerte mejor.
El resultado de esta primera prueba ha sido inmejorable. Ayer despedíamos a Judith y Joan con su certificado por haber superado el reto, con nuestra admiración por sus avances, y con el orgullo de haberles podido ser de utilidad aunque haya sido un poquito.
¿Y es duro? No menos que ir a un monasterio, que adentrarte en la montaña unos días, o hacer un retiro espiritual en algún lugar alejado de la civilización. Quitarte de las comodidades es duro en función del “enganche” que tengas, pero volver a los básico te hace reencontrarte con tu propia esencia, con lo que eres, y con lo que “de verdad” necesitas para vivir: Nada más que ropa, alimento, agua y un techo que cobijarte. El “encierro” entre rejas se produce desde las 20:00 a las 08:00, tiempo en el que después de un rato de reflexionar sobre el día, acabas durmiéndote. La mañana se pasa haciendo actividades al aire libre: Tiro al arco, 4×4, tirolinas varias por árboles…. Toda una pasada. Tras la comida y un rato de descanso, la tarde se va en actividades guiadas de reflexión personal, de ejercicios en el que trabajas sobre tus inquietudes, sobre lo que quieres hacer, sobre tus sueños, sobre tus objetivos, sobre el plan de acción que te marcas, sobre el timming que quieres autoimponerte…. Una mañana de acción, una tarde de reflexión y una noche de descanso. Así, en un suspiro, se pasa la semana.
Yo he tenido la suerte de comenzar viviendo esta primera experiencia desde todos sus ángulos: Como facilitador ha sido un verdadero orgullo trabajar para ellos, para que encuentren sus sueños. Como compañero ha sido un placer pasar una noche “entre rejas”.
Feliz verano a todos.
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