Liderar con el ejemplo

Amanecer

– Entrenamos el día uno de Enero a las ocho de la mañana –dijo el entrenador con firmeza.
– ¿El día uno? Pero si es año nuevo –contestó uno de los jugadores.
– Por eso mismo. Qué mejor propósito que empezar trabajando. Yo estaré un rato antes por si alguno quiere comenzar a calentar –dijo el entrenador.

Éste es un diálogo cualquiera de un equipo cualquiera en una ciudad cualquiera. De estos renglones se pueden sacar varias conclusiones. Cuando algo importa no hay fechas. Si algo es importante, lo es. Y otra más: Hay que liderar con el ejemplo. Muy seguramente el entrenador tiene también familia, y muy seguramente también la noche anterior se acostaría tarde, pero lo primero es lo primero.

Dar ejemplo empieza en la propia familia. Dicen que los niños hacen lo que ven, que los niños acaban siendo lo que han visto. Si no está de acuerdo le recomiendo echar un vistazo a este gráfico vídeo.

Dé ejemplo a su gente. Todos hemos oído hablar del poder y la influencia, del liderazgo y la dirección, de dirigir desde la “potestas” o ganarte la “autoritas”. El liderazgo de un grupo ha de ganarse. El poder se hereda o se recibe y ejerce. La empresa te lo da, pero la verdadera capacidad de influencia sobre el grupo sólo te la ganas si eres capaz de obtener el reconocimiento de los miembros del mismo. Y una de las mejores herramientas que un líder tiene a su alcance para dar un paso de gigante es liderar con el ejemplo.

John Adair, uno de los principales gurús en asuntos de liderazgo en el mundo, mantiene una simple pero eficaz teoría basada en algunas palabras:

Las seis palabras más importantes: Reconozco que he cometido un error.
Las cinco palabras más importantes: Estoy muy orgulloso de ti.
Las cuatro palabras más importantes: ¿Cuál es tu opinión?
Las tres palabras más importantes: Si te parece.
Las dos palabras más importantes: Muchas gracias.
La palabra más importante: Nosotros.
La última palabra y la menos importante: Yo.

Reconocer los errores propios, reconocer que uno no sabe de todo, que no es infalible, que no siempre lleva la razón, que necesita a los otros, es una magnífica oportunidad de acercarse a los suyos. Felicitar en público aquellas cosas que se han hecho bien, dejar los reproches para el ámbito privado, reconocer la valía de las personas,… Pedir opinión ayuda a resolver muchos sencillos problemas cada día. La persona que trabaja en algo generalmente es la más cualificada para solucionar un problema en su ámbito. Pida opinión y habrá ganado a un fiel colaborador. No tema parecer desinformado o sin conocimientos sobre una determinada materia. Si lo hace reforzará su imagen de ser falible, y dará su minuto de gloria a una persona de la organización. Si además, una vez tomada la decisión, le pide su opinión sincera y luego le da las gracias, el resultado será formidable. Ellos a su vez lo harán con las personas que tengan a su cargo, por lo que de su ejemplo, habrá obtenido una reacción en cadena que muy probablemente llegue hasta el último escalón de su organización. Y eso va creando cultura. Va creando confianza en la empresa y en su líder.

Por último emplee la palabra “nosotros” al menos diez veces más de lo que lo haga con la palabra “yo”. El nosotros acerca a las personas, nos une, nos hace piña. Imagine una situación en la que usted se ha equivocado y tiene que ver con su jefe al director general de la empresa para explicarle la situación. Y su jefe comienza su intervención diciendo: “Hemos cometido un error y hemos aprendido de él. Además hemos puesto los medios para que no vuelva a ocurrir”. Usted, su jefe, y el propio Director General saben de quien es la culpa, pero esas palabras no las va a olvidar usted nunca. Ni a quien las dijo. Al fin ya al cabo, como dicen el La banda del Patio: Los errores no existen. Sólo son decisiones de las que tenemos algo que aprender….

John M. Scott, el presidente de KPMG en España, avanzaba hace unos días en algunas palabras este cambio que hemos de adoptar para gestionar a la generación de jóvenes que se incorporan al mundo de la empresa: la generación Y. “Hay unos rasgos característicos para explicar cómo es esta generación: es una generación muy preparada y comprometida, aunque la escala de valores ha cambiado: su primer objetivo es el desarrollo personal, antes que el profesional…….no funcionan bien en sistemas autoritarios. Para integrarles se tiene que liderar el entusiasmo, se ha de conseguir entusiasmar a la gente”.

Lidere con el ejemplo y con el entusiasmo y tendrá una empresa viva. Hágalo desde la autoridad y la falta de libertad y tendrá una empresa gris, si es que consigue mantenerla en pie….

© Raúl Castro

Atardecer

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