Elegir implica abandonar un camino para tomar otro, lo cual supone una dosis importante de incertidumbre. Pero es que la vida está llena de decisiones que vamos tomando. Matthieu Ricard dijo aquello de que “somos el fruto de una serie de actos libres de los que somos los únicos responsables”. Igual no creemos haber tomado decisiones conscientes que hayan sido relevantes en algún tiempo, pero la verdad es que cada decisión, incluso la de no hacer nada, tiene consecuencias que hemos de asumir. Y no necesariamente han de ser malas. Como buen país de futboleros, uno se atribuye cada uno de los éxitos personales o del equipo, y los errores, los fracasos, son propiciados por elementos externos de los que naturalmente no tenemos ninguna culpa. Estamos educados en hacernos la misma pregunta cuando tenemos que elegir sobre algo: ¿Y si va mal? Igual no hemos reflexionado sobre ello, porque sencillamente no tenemos conciencia siquiera del significado de esta pregunta. Desde luego, hacérsela nos ayuda a tener un plan de contingencias que nos permita anticipar la respuesta, y con ello mejorar el proceso de elección futuro, pero bien podríamos cambiar la pregunta por: ¿Y si me va bien?…
Tomar esta actitud nos ayudaría a mitigar el miedo que nos atenaza para llevar a cabo proyectos, para permitir al barco cambiar de rumbo, a darnos permiso para tomar decisiones de presente, con la información y las circunstancias que tenemos en el momento actual, y no basadas en viejos paradigmas o en escenarios que será difícil que se repitan. Hay un libro de Paco Muro, cuyo título es «Ir o no ir», que nos recuerda permanentemente la dicotomía entre hacer o no hacer. Si vas, siempre encuentras cosas. Si te quedas en casa, será difícil que las cosas te lleguen. Este es el espíritu que necesitamos hoy como país, como individuos, como sociedad.
Hace años tuve un trabajo en una ciudad nueva para mí, con una actividad también nueva, en unas circunstancias económicas no fáciles. Varias personas antes que yo habían fracasado en la empresa de sacar adelante aquel reto. Todos ellos me decían que era imposible. Y parafraseando la famosa frase, como yo no sabía que era imposible, lo conseguí. Ir, hacer, me permitió que me conocieran, que poco a poco confiaran en nosotros, y que salieran proyectos, que ganáramos clientes. Esta bola se fue haciendo más grande y con ello los resultados, y me enseñó algo muy útil: «Ante la duda, lo mejor es hacer».
Permitidme que lo ilustre con cuatro historias entrelazadas muy recientes:
• Hace unos días acababa de llegar a casa tras un día largo de trabajo, y oí unos botes de balón de basket en la cancha que tengo debajo de mi casa caribeña. “Siendo nuevo en la ciudad, no será fácil que me dejen jugar”, pensó el niño que uno lleva dentro. Pero, ¿qué pierdo? Me bajé y estuve charlando con un par de personas. Una de ellas me invitó a jugar con ellos el domingo por la mañana, a lo que acepté sin pensarlo. “Mira, ha merecido la pena ir”, pensé.
• Al día siguiente, mientras contaba el resultado obtenido de la invitación en una sesión de formación que estaba dando a unos directivos, poniéndolo como ejemplo de tomar la iniciativa en las cosas, una asistente me invitó a la re-inauguración de la oficina de la que ella es gerente. Sin pensármelo dos veces me dije: «Voy. Entre ir o no ir»….
• Allí me encontré con la persona que me había invitado al basket el día anterior!!!!! Increíble, pero cierto. ¿Casualidad? No lo creo. Yo creo en las causalidades. Las cosas siempre tienen una causa, y ésta es que te mueves y vas, porque si no voy, sencillamente no me lo vuelvo a encontrar. A mi casa no iba a venir esa tarde….. Él me presentó más personas allá y quedamos para el domingo como habíamos hablado.
• Dudé si ir, porque estando uno pasado los cuarenta, con un estado físico bastante oxidado, corría serio riesgo de quedarme en la pista “seco”. Sin embargo decidí ir, y fui, y allí conocí a un montón de gente más, entre ellos a Juan, un pacense con el que recordamos viejos tiempos de basket. Hablando, hablando, ha resultado que tenemos algunos conocidos comunes acá, que podemos tener conexiones profesionales, y hemos vuelto a quedar este fin de semana.
Y todo, por escuchar el sonido de una bola de basket y ponerme en marcha. Como dice Gema Hassen-Bey, nuestra tiradora paralímpica, «Si tú te mueves, el mundo lo hace contigo». Y abusando del bueno de Paco Muro, “Si no vas, pues eso, que ya no has ido”.
Buena semana!!!!!
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