El secreto de los bueyes

Hace unos días me decía una persona:  

“Tú eres un buey, y yo soy otro. El mundo lo construimos los bueyes, las personas que no nos dejamos vencer, que no nos despistamos fácilmente de nuestros objetivos, que hacemos las cosas sí o sí”. 


BueyesCuando acabamos la conversación empecé a pensar en lo que sabía yo de bueyes. Guardo algunas imágenes en la memoria como recuerdo de mis vacaciones en Galicia, en la testaruda “Costa da Morte”, casi tan testaruda como el trabajo de los propios bueyes. Los recuerdo como animales nobles, trabajadores, apreciados por el esfuerzo que evitan a sus amos, por la ayuda en la dura tarea de la siembra, cuyo beneficios se aprecian sólo con el paso del tiempo. Un buey es un buen animal, duro, fuerte, infatigable y generoso. Por eso entendí que era uno de los mejores cumplidos que me habían hecho nunca. 

Intenté recordar algunos de los momentos en los que mi trabajo había sido generoso, sacrificado, tenaz y que había supuesto buenos réditos al pasar algún tiempo. La verdad es que encontré muchos momentos, desde mi etapa en la radio como locutor y director de programas, pasando por mi época de aprendiz de empleado en la mejor línea aérea de España, hasta mis múltiples ocupaciones en banca, o como profesor de escuela de negocios, como consultor, escritor, conferenciante, empresario, directivo… Siempre ha sido igual. Cuando he tenido una buena idea en la cabeza no he parado hasta conseguir ponerla en marcha. No hay secretos. Si se hacen las cosas con determinación, si se le pone pasión y se está dispuesto a aprender lo que no se sabe, pero se necesita, para llevar las cosas a cabo, los resultados llegan. También hay que saber dejar lo que no le va a servir a uno en la nueva singladura y rodearte de personas que sumen, que aporten buen rollo. Así, también los resultados llegan. Y no unos resultados cualquiera. Si las cosas se hacen bien, los resultados son excelentes. 

¿Será ese el secreto de los bueyes? ¿Determinación, pasión, generosidad, capacidad de sacrificio y constancia?. No hay otras recetas para mí. 

Determinación para dar un paso al frente. Algunos pasos no son fáciles, pero hay que darlos convencido de que es lo mejor que se puede hacer para alcanzar lo que quieres para ti y los tuyos. No estoy hablando de saltos al vacío, pero sí de valentía para afrontar lo que llega y tomar las riendas del destino. 

Pasión, por las cosas bien hechas, por la vida, por las relaciones humanas, por una buena cerveza o por contemplar el más bello paisaje. O las cosas se hacen con pasión o es mejor no hacerlas. Sólo vamos a vivir una vida, que sepamos, así que más vale vivirla intensamente, dejando huella, sin pasar de puntillas por ella.

Generosidad para poder dar y saber recibir. Muy pocas veces reparamos en ello, y yo hago mucho hincapié en los cursos, seminarios y conferencias. Generosidad es estar para el otro, es prestar atención a las personas y corresponder dejándote ayudar. Eso es ser generoso.

Capacidad de sacrificio para mejorar, para superarte a ti mismo. Robin Sharma, un afamado escritor contemporáneo, utiliza una frase que dice: “No hay nada noble en ser superior a otra persona. La verdadera nobleza radica en ser superior a tu antiguo yo”. Esta para mí es la clave del éxito. La superación personal independientemente de lo que haga el resto.

Constancia para perseverar, para no abandonar en el intento, para apretar los dientes y no decaer, aunque las condiciones te animen a ello en ocasiones. Jim Ryun, un atleta estadounidense, acuñó una frase que he releído siempre que he tenido oportunidad: “La motivación nos impulsa a comenzar y el hábito nos permite continuar”.  

No me cabe la menor duda de que, sean estos los secretos de los bueyes o no, son excelentes cualidades que necesitamos si queremos abotonar nuestro futuro, si queremos sacar «esto» adelante, siendo “esto” cualquier cosa que nos propongamos.

Excelente semana a todos!

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