Una reseña que he leído estos días en la revista de antiguos alumnos de IESE recogía estas palabras del profesor de la Stanford University, Jeffrey Pfeffer: “El Poder es bueno para la salud”. Si esto es así, veamos cómo podemos tener mejor salud, digo… más poder.
El profesor mantiene que: “A todos nos gusta el éxito, razón por la cual el poder es atractivo”. Me gusta además, el paralelismo que hace con la simpatía, una de las características que no abundan en nuestros líderes actuales. Esta es la explicación que da: “La simpatía no produce poder, pero el poder sí que produce simpatía” ¡Qué interesante!
Si unimos ambas premisas, podríamos decir que alguien que considere el poder como la culminación de su éxito, alguien que aspire a tener éxito y poder, no lo puede hacer por la vía de la simpatía. ¡Ya será usted simpático a los ojos de los demás cuando tenga poder! Mientras tanto, está condenado a ser un borde para llegar a él. Ser simpático igual te resta oportunidades de tener poder. Un amigo me dijo en una ocasión que había dos axiomas que no se cumplían, pero que con el paso del tiempo habían calado en la mentalidad de muchas empresas. El primero era “rubia = tonta” y el segundo “simpático = ineficiente”
Añade el profesor en su intervención que: “Si usted tiene poder, la gente se sentirá atraída por usted”. Esta última afirmación resulta paradójica. No sólo será usted suficientemente simpático para el resto cuando llegue, sino que la gente se peleará por estar a su lado, por salir en la foto, por cenar con usted, porque les vean tomando un café juntos….
Ahora bien, todo tiene un precio. ¿Qué dejas en el camino con actitudes arrogantes, chulescas y déspotas frente a los demás? Es posible que llegues al ansiado poder, pero ¿qué pierdes? ¿Quién no ha visto a pseudolíderes llegar al poder haciéndose hueco a codazos? ¿Quién no ha visto pisar a otros para ascender en la ansiada pirámide?
Pero, por las afirmaciones que continúa haciendo el profesor Pfeffer, no cabe ninguna duda que esto es lo que pasa. Si quieres llegar, no puedes contentar a todos, no puedes caer bien a todos. Siempre va a haber alguien a quien hagas daño, a lo peor sin quererlo. “Si quieres que todos te quieran no harás nada”
Así que aquí tienen una sabia receta quienes aspiren al poder por la vía rápida: Déjense de simpatías, que ya habrá tiempo de que le pidan autógrafos. Ahora, a mirar por usted y a ser un borde.
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