¿Cuál sería el riesgo mañana? Salir a ver que tal, salir a contemporizar, salir a “empatar”. Si uno sale a empatar, pierde. Sólo si sales a ganar es cuando tienes la opción de hacerlo. Hemos llegado hasta aquí con mucho sufrimiento en la primera fase, y hemos revivido de lo que podrían haber parecido nuestras cenizas. Del equipo cabizbajo, del equipo con cara de circunstancia de Serbia, Gran Bretaña, o el primer cuarto de Lituania, hemos pasado a unos enormes jugadores que vuelven a correr, a defender, a saltar a por cada rebote, a ver pases imposibles, a dar asistencias de mate, a salir de los bloqueos antes casi el atacante…. El equipo no ha dejado de serlo de nuevo estos últimos días. Y esa es una extraordinaria noticia. Porque cuando jugamos así, no hay equipo que nos haga sombra.
Pues ahí lo tiene ustedes, personas de empresa. El resurgir de un equipo en el que sólo la precipitación, las malas decisiones abrumados por la prensa, o el cortoplacismo se podría haber cargado. ¿Cuántas decisiones se toman en una empresa porque se llevan dos lunes sin conseguir los objetivos, porque el Pau de turno “parece que ya no coge rebotes como antes”, o a Navarro ya “se le ve cansado”?…. ¿No hemos visto alguna vez esto? ¿No se toman decisiones a veces en el seno de los equipos por el último informe de ventas?, ¿Por el último marcador? ¿Qué habría pasado si el entrenador decide no sacar más a Llull porque falló aquella entrada que él había ordenado? ¿No hemos visto jefes que echan a su gente la responsabilidad de una mala acción ordenada por él mismo? Pues este equipo nos ha dado una lección también de esto.
En el basket y en la empresa, cuando llegan los problemas, hay que replantear las soluciones, pero la forma es ésta: Mirar al presente, reformular los objetivos, establecer un nuevo plan de acción y a por ello. No vale quedarnos mirando el pasado, lamentándonos por los errores. El pasado es sólo eso, pasado. Sólo nos sirve para aprender de los errores e intentar no repetirlos. Los errores nos sirven para que nuestro nuevo plan de acción añada también algún plan de contingencias más. Pero para poco más. En una ocasión tuve un jefe que tan sólo buscaba al culpable de los errores. Su capacidad de solución ante los problemas consistía en buscar al culpable para darle el castigo merecido. Ni que decir tiene que nunca fue un buen equipo, ni en ambiente, ni en resultados. No lo duden, aún sigue habiendo jefes así por el mundo. Aún sigue habiendo “entrenadores” así por el mundo. Afortunadamente nosotros no los tenemos. Afortunadamente se hicieron bien las cosas cuando en el barco se abrieron pequeñas vías de agua. Lo primero, taparlas, y luego ajustar las velas. No vamos a emplear ni un minuto en ver quién golpeó el suelo dañado por el que entra el agua.
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