Confianza

En todas las sesiones, talleres y seminarios que sobre desarrollo del talento estoy dando últimamente, acabamos hablando de la confianza. Sale recurrentemente. Los directivos tienen muy claro que el factor determinante para el futuro, se trate del sector que se trate, es contar con la confianza de las personas que trabajan en las organizaciones. Y también están de acuerdo en que la confianza es algo que lleva mucho tiempo construir, y que se esfuma en segundos, en cuanto se empiezan a hacer las cosas mal.
Esta mañana, según venía en el AVE a Barcelona, he podido leer esta noticia,  Me da mucha pena ver cómo una empresa en la que he estado veinte años, una empresa que se ha construido en base a la confianza mutua (no hemos fichado nunca, p ej.), comienza a tener serios problemas con las personas. Y lo peor, como he dicho tantas veces, no es para quienes se van, que comienzan nuevas vidas profesionales de una u otra manera, sino para el ánimo y el compromiso de quienes se quedan, que consideran que se ha roto ese principio elemental: ¡Ya no podemos confiar en que mañana no nos vaya a tocar a nosotros!
Y digo que es una verdadera pena porque ese modelo de confianza mutua es el que nos permitió, por ejemplo, ser la primera empresa que puso acceso a internet al 100% de los trabajadores con disponibilidad total, o ser de las primeras entidades que instaló routers en las casas de sus trabajadores para teletrabajar o para el uso particular del empleado y su familia, por poner dos ejemplos. Esa confianza en el buen uso que las personas darían a la confianza otorgada, le devolvió al banco unos réditos increíbles: Mayor dedicación, mejor preparación de las personas, mejor conocimiento de los clientes, mayor involucración… Hoy ya es muy común, pero os puedo asegurar que en el año 95 nos sentíamos unos privilegiados. Y ese orgullo de pertenencia, esa confianza en la entidad, le produjo al Banco las mejores cifras de crecimiento de su historia.

Pedralbes.1
Hoy, asomado a las espectaculares vistas de la montaña de Pedralbes, me acuerdo de aquello con una sonrisa, con la sensación de haber estado en un buen sitio trabajando muchos años, con la satisfacción de haber aprendido muchas cosas, y con la pena de que en esa casa se haya instalado la desconfianza más absoluta en sólo cuestión de meses. Una verdadera pena.
Sin embargo, como considero que en toda mala noticia hay una enseñanza, ésta también lo tiene. ¿Qué podemos hacer con lo que sabemos para obtener el compromiso de las personas en las empresas? ¿Para generar esa confianza mutua?
El primer ejemplo que me viene a la cabeza es el de Guardiola, quien comenzando su primera temporada en 2008 en el FC Barcelona como entrenador, decidió acabar con las concentraciones de los jugadores antes de los partidos.
Os devuelvo algo que nunca os debíamos haber quitado, la libertad para hacer lo que queráis la noche antes de los partidos. Confiamos en que estaréis a la altura del gesto y que gestionaréis este asunto de forma responsable. Sois profesionales, sabéis lo que nos jugamos cada partido y yo confío en vosotros.
Algo así debió de decirles al comunicarles la noticia, porque ese año los jugadores le devolvieron al bueno de Pep esta confianza con creces, ganando todos los títulos que jugaron….

No me digáis que no da rédito esto de confiar en las personas….

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