Estoy seguro que mi amiga Helena Lopéz-Casares me va a dejar utilizar para este post las dos palabras que ella usó en el título de su libro: Nadal, pasión y coraje. En él expone todo un tratado de liderazgo alrededor de los valores que han hecho a este jugador ser lo que es.
Me vinieron a la cabeza anoche, viendo el extraordinario partido de Rafa Nadal en Flushing Meadows.
Como todo el mundo ya sabe, el partido se paró con Rafa ganando el primer set y empatando el segundo a 4 juegos. En el reinicio, un crecido y más descansado Djokovic aprovechaba a ganarle el segundo set. A partir de ahí, ya no tuvo oportunidad. Después de empezar 1-1 el tercero, Rafa le rompe el servicio para el 2-1, le pasa por encima con su saque en un 40-0 para el 3-1 y ahí se le hace de noche al serbio. Pasión y coraje. Trabajo y pundonor. Mala leche y arrestos… Hay muchas maneras de llamarlo, pero ganó porque no se confió, porque no se descentró, porque no se durmió en ningún momento en los laureles, porque no bajó la guardia, porque salió a ganar y no a empatar.
Y, ¿por qué pongo esto en un blog de empresa y basket? ¿por qué lo hago días después del sexto puesto de España en el mundial? Porque después de darle muchas vueltas, creo que es lo que les faltó a nuestros chicos: pasión y coraje.
Nos ha faltado también humildad, nos ha faltado tensión, concentración, nos ha faltado entrega, nos ha faltado ritmo, buenas rotaciones, nos han faltado ganas de ganar, nos ha faltado fe en nosotros mismos, desparpajo, alegría, gracia. Todo eso lo ha tenido la España campeona que conocemos de otros momentos, y no lo hemos tenido esta vez.
Unas últimas líneas para mostrar mi desacuerdo con algo de lo que se ha hablado mucho estos días: La primera y segunda unidad. Hablar de titulares y suplentes es propio de fútbol, deporte que permite tres cambios a lo sumo en un partido. En el baloncesto que yo he conocido no hay de eso. Hoy juegas en el cinco inicial porque interesa al equipo para este partido, y mañana no. Y no pasa nada. Has de tener la misma tensión que si hubieras salido desde el principio. Lo que en la tele han dado en llamar (de una forma harto cansina) “la segunda unidad” ha jugado muchas veces mejor que la denominada “primera”. Es que me hace daño hasta escribirlo. En un equipo no hay jugadores de primera ni de segunda. Hay jugadores con unas características que apoyan en un momento y otros que lo hacen en otros. Y así debe ser en la empresa. De ese modo, aprovechamos lo mejor de cada cual. Lo de las primeras y segundas, creedme, me cabrea. Es que hace “estrellitas”, propicia “galactiquitos”, y eso no es bueno. De tanto oírlo, igual alguno se lo ha creído y todo… Y me da mucha rabia, porque esto es también parte de la derrota.
Aprendamos de Nadal, aprendamos del libro de Helena: Pasión y coraje
Interacciones con los lectores